La Segunda Intervención Francesa en México, fue el segundo conflicto armado entre México y Francia. Tuvo lugar después que el gobierno mexicano, encabezado por Benito Juárez, anunciara la suspensión de los pagos de la deuda externa en 1861
Como respuesta, Francia, Reino Unido y España formaron una alianza por la Convención de Londres y anunciaron su intención de enviar tropas a México. El gobierno de ese país derogó la Ley de Suspensión de Pagos, pero la alianza no cejó en su plan. Las tropas de la alianza llegaron a Veracruz en 1862 y entraron en negociaciones con el gobierno de México. Los dirigentes de las misiones inglesa y española decidieron volver, pero los franceses anunciaron que ocuparían México.
Los franceses avanzaron desde la costa del golfo de México hacia el centro del país. Tras sufrir un revés en Puebla el 5 de mayo de 1862, los franceses continuaron la expedición que los llevó a ocupar la Ciudad de México el 10 de junio de 1863. El gobierno de la República comenzó desde entonces un peregrinar por varios puntos del país, mientras los franceses seguían ocupando la capital. Las tropas francesas comenzaron a retirarse a partir de 1866, ante la inminencia de una guerra entre Francia y Prusia y la derrota de los confederados en la Guerra de Secesión estadounidense en 1865.
Francia envió cerca de 5000 hombres bajo el mando de Carlos Fernando Latrille, Conde de Lorencez, quienes llegaron a Veracruz el 6 de marzo de 1862. Entre tanto los soberanos de España y Gran Bretaña disolvieron la alianza tripartita, agraviados por la diligencia de Francia, y se dispusieron a arreglar sus asuntos con México individualmente.
Las tropas francesas se dirigían a la capital; Lorencez marchó hacía Orizaba, donde recibió refuerzos de L'Herillier y Gambier.
Las tropas republicanas, bajo el mando de Ignacio Zaragoza, intentaron cortar a los franceses el camino a México cerca de las Cumbres de Acultzingo, aunque fue inútil. Zaragoza procedió a congregar sus fuerzas alrededor de Puebla; la victoria de los republicanos en la batalla de Puebla, ocurrida el 5 de mayo de 1862, proporcionó optimismo y confianza, lo cual incrementó la moral del pueblo mexicano. Juárez, entonces, aprovechó el tiempo para preparar la defensa; se levantaron trincheras y se reunieron recursos para sostener un posible sitio a Puebla. Francia envío 30 000 soldados suplementarios bajo el mando del general Forey.
Al año siguiente, los franceses invadieron Tabasco, al mando de Eduardo Gonzáles Arévalo, el 21 de febrero tomaron Jonuta y el 15 de marzo el puerto de Frontera. El 16 de marzo Forey comenzó nuevamente el sitio de Puebla; la ciudad resistió numerosos días, pero finalmente, después de haber sido destruidos los fuertes de Santa Inés y San Javier, sucumbió a las tropas francesas. El sitio llegó a su fin el 17 de mayo, cuando Forey capturó la plaza central, aunque él no entró en la ciudad hasta el 19 de mayo. Los generales González Ortega, Escobedo y Negrete fueron enviados prisioneros a Francia, pero lograron escapar en el trayecto.
Después de la caída de Puebla, el presidente Juárez ordenó llevarse los archivos del gobierno, a fin de facilitar la marcha de los negocios públicos dondequiera que se estableciese la capital provisional. Era conveniente crear la impresión de una retirada estratégica, no de una fuga. La caravana de la república abandono la ciudad de México a fines de mayo de 1863. Al frente marchaba una descubierta de caballejos y tras ella un carruaje cenizo que ocupaban Juárez y su familia y que rodaba lentamente para no incomodar a Margarita, embarazada otra vez. En seguida venían los coches de los miembros del gabinete y de los amigos de siempre, como el administrador de correos Guillermo Prieto y el diputado y magistrado de la Suprema Corte Manuel Ruiz, con varias docenas de colegas legisladores y magistrados; cientos de burócratas anónimos deseosos de hacer méritos y al final un piquete de infantería de medio centenar de hombres y una infinidad de soldaderas con sus niños.
Los republicanos resistieron el avance francés en varias partes del país empleando básicamente las técnicas de guerrilla; en Tabasco, las fuerzas republicanas frenaron a los franceses al derrotarlos en la Batalla de El Jahuactal el 1 de noviembre de 1863, la ciudad de Tampico había sido bloqueada por guerrilleros y, en el sur, Porfirio Díaz, al mando de 4000 soldados, obstaculizaba el paso desde México hacia Veracruz. A pesar de ello no pudo impedirse el avance francés, que ocupó en 1864 Guadalajara, Aguascalientes y Zacatecas.
Los generales republicanos suplicaban a Juárez que renunciara a su cargo para, de esa manera, poner fin a la guerra de intervención francesa. Entre ellos destacaban los generales Manuel Doblado y Jesús González Ortega, así como Santiago Vidaurri, gobernador de Nuevo León y Coahuila. Este último se unió al bando imperial a causa de graves diferencias entre él y Juárez. Entretanto, Benito Juárez, debido a la reducción del territorio republicano, se vio forzado a trasladar nuevamente su capital a Monterrey.
Sin embargo, las fuerzas federales tabasqueñas al mando del Coronel Gregorio Méndez Magaña, lograrían propinar un duro golpe a las aspiraciones intervencionistas francesas, al derrotarlos en la memorable Toma de San Juan Bautista el 27 de febrero de 1864, recuperando la capital del estado San Juan Bautista, cubriendo de gloria a las armas nacionales y dándoles nuevos bríos para contiunar la lucha.
partir del 6 de marzo de 1867 el General Mariano Escobedo sitió la ciudad de Querétaro; mientras tanto, el general Porfirio Díaz sitiaba la ciudad de México, impidiendo a Márquez y Vidaurri reforzar a las tropas imperiales en Querétaro. Después de 71 días de resistencia, Querétaro cayó en manos de Escobedo por una traición, y el 19 de junio fueron fusilados, en el Cerro de las Campanas, los generales Tomás Mejía y Miguel Miramón, junto con Maximiliano I. Juárez entró en la capital del país el 15 de julio; había triunfado la República